Crónica: DE LA ILUSIÓN AL ABISMO

10.01.2009 16:19

 

 

*DE LA ILUSIÓN AL ABISMO

 

El furor por las inversiones en empresas captadoras de dinero, llamadas “pirámides”, que ofrecían grandes porcentajes de ganancias en poco tiempo, lleva varios dramas de fondo, que aún hoy siguen apareciendo.

 
"El que aspira a lo grande ha de saber limitar sus deseos; 
quien, al contrario, todo lo quiere no ambiciona en realidad 
nada y nada consigue"     Friedrich Hegel      
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                    
 
 

LAS CALLES SON RÍOS DE GENTE, PARECE QUE LAS CASAS PARTICULARES FUERAN ZONAS DE INTEGRACIÓN HUMANA. Aquí por alguna motivación, como pocas veces sucede, no hay discriminación, está el señor que vende helados, el empleado de clase media que tiene la fortuna de trabajar en una empresa y tener algunas comodidades, las personas que llegan en sus carros de marca costosos y hasta el loco del pueblo. Es febrero y en el municipio de Zipaquirá, todos los ciudadanos se movilizan bajo un único sueño, como muchos contestan “salir de pobres”, con esa convicción que da el inconformismo por no poseer bienes materiales, aunque tengan la vida entera para ser felices con lo que les rodea.

 

Ese deseo se hace cada vez más constante, impulsado la mayoría de veces por los rumores de que nada era ilegal, que era efectivo y como muchos de los ilusionados habitantes decían “no tenía pierde”; esta situación ocasionó, como un invento del diablo, que empezaran a ver las cosas desde sus intereses económicos comunes, pero con distintas expectativas.

 

VICENTE HERRERA, UN COMERCIANTE DE LA CIUDAD, VE QUE ESTA ES UNA GRAN OPORTUNIDAD DE GANAR DINERO, con un olfato de viejo zorro y como contagiado de la epidemia que se presenta, toma la determinación de apostar por este negocio. “Buche” como le dicen los conocidos, es un hombre alto y robusto, herencia que le dejó haber prestado el servicio militar, porque “él no era así, si no que volvió así cuando fue al cuartel por allá entre los años 60s y 70s, cuando la situación empezaba a ponerse difícil” dice uno de sus amigos más cercanos; moreno, de bigote y peinado de medio lado; este hombre alquila un garaje de una casa en la carrera 4 con avenida 15, sin desánimo y sin pensarlo. “Buche” un hombre respetado por muchos, pero ese valor se lo ha ganado con un miedo que inspira su codicia, que lo ha llevado a que se ponga en tela de juicio la procedencia de sus dineros y la legalidad de sus oficios. Aunque eso en estos días no importa, cualquier sitio donde esté gente haciendo fila es una oportunidad. Vicente consigue unas cajas, unos escritorios, y unos recibos que tienen impreso un número de registro; le dice a algunos conocidos que sean “promotores” y que por cada cliente ganarán comisión de 100.000 pesos, del millón trecientos mil que vale el cupo, una ganga porque devolverá hasta el 120% más de la inversión inicial.

 

GLORIA AGUILAR, UNA SEÑORA HUMILDE CON UNA RUTINA DETERMINADA, hace unos años sufre una enfermedad que la dejó en silla de ruedas, no tiene marido pero sí 3 hijas, la menor la lleva y la trae cuando ella lo necesita y a donde lo requiera. Tiene una casa valorada en poco, pero al menos tiene un techo; vende lotería en la esquina de la catedral principal de Zipaquirá, porque “ya tiene cerca de 60 años y es lo único que puede hacer” dice una de las personas que la conoce, se va a trabajar desde las 8 de la mañana hasta por ahí las cinco o seis de la tarde, porque el frío es inclemente y no advierte ni edad, ni dolencia.

 

 Doña Gloria necesita medicamentos diarios que muchas veces tiene que comprar por su cuenta, aunque la ampare el sistema de salud Sisbén; debido al furor y a que ya ha pasado cerca de un mes en que no ha sucedido nada y los rumores dicen que esa es la oportunidad que va a volver millonario a quien aproveche, ella, con la ilusión que da la necesidad y no la codicia, decide invertir sus pocos ahorros ganados durante sus años de trabajo, sacrificio, esfuerzo o como se le quiera llamar; pero eso no basta, “esa es la oportunidad”, se sigue escuchando en cada esquina de Zipaquirá, y ella decide que si se vende la casita en pocos días habrá multiplicado sus ahorros y podrá comprar una mejor, además que le queda algo para poder costear sus medicinas que tanto necesita. 

      

Doña Gloria sale un día muy temprano, más de lo acostumbrado, hoy no iba directo a trabajar, iba a invertir sus ahorros y llega a la carrera 4 con avenida 15, llevada como siempre por su hija menor, ahí a mucha gente, según dicen, ya le pagaron, “por eso ella decidió confiar en ese sitio”, dice su amiga; le entregaron un recibo constancia de lo que invirtió, asegurándole que de 1 a  2 meses recibirá su pago, que pasado ese tiempo se acerque a la oficina, puesto que en este lugar no se necesitó ni siquiera abrir una cuenta bancaria.

 

ALFONSO MARTÍNEZ, UN TAXISTA LOCAL DE 65 AÑOS, de contextura ancha, piel blanca, y cabello medio rubio; quedó viudo hace 5 años al morir su esposa por un cáncer, desde ese momento se dedicó a su trabajo y a sus hijos, ellos le compraron un nuevo carro para que trabajara, un Hyundai modelo 98. “Un viejo amable, colaborador y buena persona” dicen los vecinos de él, “Parrando” lo llaman desde hace muchos años, porque le gusta tomarse sus tragos y jugar el deporte autóctono colombiano, el tejo. Se conoce desde hace muchos años con “Buche”, se saludan cuando se encuentran y hasta van a jugar a veces “Turmequé”, los dos comparten esa misma afición; son parecidos en lo pintoresco de sus apodos, pero diferentes cuando se emborrachan; “Buche” es prepotente, cansón, autoritario y bullicioso; “Parrando” es amable, amigo de todos, prudente en su actuar y en su hablar, comenta Aquileo, dueño de un campo de tejo famoso en Zipaquirá, haciendo memoria de los días en que van los dos.

 

NO ALCANZA A PASAR DOS MESES, EL CLIMA SE PONE TENSO EN TORNO DE LOS NEGOCIOS QUE CAPTAN DINERO, se vuelve un boom nacional, aparece en los medios de comunicación como sus temas principales; los gerentes de los Bancos, el Ministro de Hacienda y el grupo especial de la Fiscalía se vuelven protagonistas, salen en televisión, hacen afirmaciones y ordenas investigaciones.

 

La gente se angustia, a nadie le gusta perder, vuelven a hacer las largas filas pero no para llevar dinero, sino para preguntar por él; como la dinámica de las “pirámides” consiste en que la gente tiene que estar moviendo el capital, empieza la crisis, ya la gente no cree y se acaba el dinero para pagar. “Sí les vamos a pagar” dicen los empleados, mientras la gente grita, se exaspera y pierden la cordura. Entre la multitud, Doña Gloria, que con esa situación, pierde toda su vida de esfuerzo y se queda sin nada.

 

Doña Gloria, que vive en arriendo ahora, detrás de un colegio, en una habitación, espera que le devuelvan al menos la inversión y va seguido a ver como van las cosas, a ver que razón le tienen, como quien se resigna debido a que ahora no volvieron a decir nada, pero con la necesidad presente, ya que esa es silenciosa pero pujante. Ella ya no habla de eso con nadie, han pasado como cinco meses. Cuando se le acerca alguien a tratar de dialogar, se previene; observa a los ojos un segundo y vuelve a desviar la mirada; empieza a temblar entre su ceja y su frente por el tic que tiene; cruza sus brazos pero sostiene el fajo de billetes de lotería que vende, “si no es para comprar no, de pronto vienen clientes y no quiero perder ventas”, dice retraída, de pocas palabras, moviendo la cabeza para certificar la negativa de querer conversar.

 

En el fondo, cuentan los que han hablado con ella, tiene la esperanza de que en algún momento ocurra lo que muchos esperan, pero que saben es muy complicado por la manera que se han dado las cosas, que le devuelvan el dinero, al menos para volver a tener una casa propia, como la que antes tenía.

 

 

AGOSTO 30 DE 2008, YA HAN PASADO VARIOS MESES Y LA COSA ESTÁ UN POCO CALMADA, el dolor de la gente que ha perdido ya se siente menos en el ambiente, pero individualmente quedan secuelas; “Buche”, al contrario de doña Gloria, no tiene necesidades, él aún tiene donde vivir sin pagar arriendo, tiene un carro y una camioneta. Ese día decide ir a lavar la camioneta a las 11 de la mañana en el lavadero Cliper, ubicado en la carrera 11 con calle 16, estaciona, se baja y como una jugada del destino, en ese mismo instante “Parrando” pasa de hacer una carrera por ese lugar, ve a “Buche” también se estaciona y baja para saludarlo, un apretón de manos y a platicar, mientras hacen en el lavadero el mantenimiento a la camioneta.

 

En la esquina dos hombres, hablando sin despertar ninguna sospecha, dejan que pase un rato; se acercan y emprenden lo que tenían que hacer, o tal vez llegaron a cumplir la misión encomendada; sacaron una metralleta corta y emprendieron la ráfaga de disparos; a “Buche” le metieron cuatro tiros, uno de ellos fulminante en la cabeza; a “Parrando” (que si no hubiese pasado por ahí, sería uno más de los que hubiese ido al entierro de su amigo) tres tiros, pero no murió instantáneamente, una persona que pasaba por allí con ayuda de los trabajadores del lavadero lo llevaron al hospital, llegó vivo al centro asistencial, pero media hora después no aguantó más, las fuerzas no le alcanzaron y falleció.

 

La noticia corrió por toda la ciudad; perecía la crónica de una muerte anunciada,  a “Buche” ya le habían hecho un atentado meses antes en un campo de tejo, dos disparos en el estómago no pudieron contra él, en esa oportunidad; sin embargo siempre andaba sólo, sin escoltas; el chisme también le llegó a doña Gloria, y con “Buche” también moría su esperanza de recuperar algo de lo perdido en su inversión de sueños e ilusiones, ya no quedaba más que resignarse a seguir haciendo lo que durante la mayor parte de su vida ha hecho, trabajar, pero ahora desde cero nuevamente.  

 

Tres personas unidas por una misma razón, el dinero; ya que como una de esas casualidades que tiene preparado el destino, como la de ese día; “Parrando” resultó ser Papá de Néstor, un reconocido prestamista en la modalidad gota a gota, pero muchas veces como una ironía, la plata no compra la vida, y al contrario se convierte en una razón para que la hurten. Pero nunca va a haber muerto malo, aunque los que queden en vida tengan que seguir trabajando para conseguir ingresos que le permitan sobrevivir, como doña Gloria, y esperar a que pasen los días, meses o años para ir a cobrarle a “Buche” lo que no les pudo pagar en este mundo.     

 

 

* Crónica acreedora al segundo puesto del concurso de Notibreve y la Universidad de la Sabana.  

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