Crónica: BOCCIA: DEPORTE DE CORAJE, ESFUERZO Y DECISIÓN

10.01.2009 16:14

 

 

BOCCIA: DEPORTE DE CORAJE, ESFUERZO Y DECISIÓN  

Este es un deporte paralímpico que permite a las personas con limitaciones físicas y mentales sentirse útiles y competitivas.

 

El deporte paralímpico Boccia o Bocha, es una actividad que practican personas en sillas de ruedas, que tengan parálisis cerebral o alguna minusvalía física severa, sin embargo es un ejercicio que ha estado creciendo en el país y al que le están dando apoyo desde distintas entidades.

 

Son las cinco de la mañana, el frío amanecer y la oscuridad todavía presente es el inicio en la repetición de la rutina diaria que ha realizado Humberto Martínez y Olga López desde hace cerca de una década. Ellos tienen 3 hijos Pablo Andrés de 8 años, Sofía de 6 y Camila de 1; viven en Zipaquirá y se dedican a cuidar de esos “tres tesoros” como ellos mismos los llaman; se levantan, trabajan y todas sus actividades giran en torno a ellos, eso es lo que la mayoría de las familias colombianas y los padres colombianos acostumbran a hacer, pero en este caso la historia es distinta. Pablo Andrés nació con un retraso motriz lo que le impide el movimiento normal de su cuerpo, en especial de su parte derecha.

 

UN DEPORTISTA CON FUTURO

 

Pablo, el nombre que le pusieron porque así se llama su abuelo paterno, es un niño que juega, ríe, y sueña como todos los demás; es de piel blanca, cabello corto, risa inocente, y mide como 1,50 cm. En las mañanas se levanta lo bañan y desayuna antes de las 6:30 debido a que esa es la hora en que lo recoge la ruta para irse para el Colegio María Auxiliadora, un instituto para niños con problemas especiales. Él siempre es muy enérgico, y aunque no puede caminar por si solo gatea para ir a donde quiera, tiene un perro labrador que se llama “Negro”, y que lo acompaña en su casa por recomendaciones médicas, porque las mascotas estimulan a pacientes con estos problemas. Pablo Andrés practica el deporte Boccia desde hace 3 años, y a pesar de su corta edad es uno de los mejores, es patrocinado por parte de la Gobernación de Cundinamarca en el programa de ayuda a discapacitados, lo que le ha permitido a él viajar a distintas ciudades del país, y competir en distintos campeonatos.

 

EL BOCCIA COMO DEPORTE COMPETITIVO

 

Pablo Andrés está en el Colegio hasta las 2 de la tarde, los martes y jueves, que son los días cuando entrenan en el polideportivo de San Carlos, un barrio de la ciudad. La ruta del instituto lo lleva junto con dos amigos, Edwin y Daniel, que también practican el deporte y otros que entrenan en distintas modalidades; y los familiares tienen que recogerlos a las 4 para llevarlos a la casa. Este es un deporte que nació en la antigua Grecia, pero fue hasta en 1984 en los juegos paralímpicos de Nueva York donde se estrenó como programa oficial y desde entonces su presencia es constante en las justas deportivas.

 

El deporte se realiza en lugares cubiertos, con áreas demarcadas con medidas de 6 metros de ancho por 12,5 de largo, y consiste lanzar unas bolas de colores rojo o azul para acercarse a una blanca denominada “Jack”, ubicada a unos metros del sitio del  lanzamiento, gana quien más cerca que de la bola blanca quede la mayoría de veces. Se puede realizar individualmente o por equipos y puede ser jugado entre hombres y mujeres, debido a que las únicas categorías se distinguen por el grado o tipo de discapacidad y no por el género.

 

Pablo Andrés está clasificado en BC1, lo que significa que puede estar asistido por una persona, pero fuera del área de lanzamiento; aunque en algunos competidores de minusvalías más graves es aceptado usar una canaleta después de que el jugador decida la dirección de ese elemento para el lanzamiento final.

 

EL ENTRENAMIENTO

 

Cuando Pablo Andrés y sus amigos llegan al polideportivo, Rocío, la monitora de la ruta, tiene que ayudar a bajarlos -Nos toca asistirlos uno a uno, pero antes hay que preparar las sillas de ruedas- bajan del vehículo, los alistan en las sillas y les facilitan las Bochas, que son las esferas en cuero de colores con que se juega. Poco a poco el instructor les va haciendo un calentamiento, pasa por cada uno y les mueve los brazos y piernas haciendo el papel de fisioterapeuta, van llegando los familiares y el ambiente se va volviendo más ruidoso, los familiares, la mayoría mamás empiezan a animar y la sonrisa en los deportistas se hace notoria, Pablo debido a su retraso no puede pronunciar muy bien las palabras son poco entendibles, excepto para Olga, ella le dice con un gesto que sí, y voltea y traduce lo que dice el niño – que está ganando –, la inocencia y el ímpetu de estas personas en ese campo de juego es conmovedor, el aliento de quienes los acompañan es la prueba de que el amor sincero y desinteresado, de esfuerzo y de darse sin condiciones existe y que es posible en un mundo, pero en especial de un país en el que a cuanta gotas las personas se vuelven insensibles y se anestesian emocional y racionalmente frente a los sucesos y detalles que pasan frente a sus narices.

 

TODO ES GANANCIA

 

El comité paralímpico colombiano se ha encargado de multiplicar las competiciones a nivel nacional. Pablo ha competido en más de 10 competiciones oficiales, cuatro de ellos los ha ganado, y en el último realizado en Medellín quedó tercero. El gran mérito de él es que sus “adversarios” son personas de 21 años en adelante y él siempre es el más pequeño de todos.

 

Aunque en este tipo de disciplinas, con deportistas con las características que tienen y el esfuerzo que le ponen en cada campeonato, nunca hay perdedores. Todos son felices, las familias los abrazan y ellos ríen, se emocionan. Pablo grita, abraza a sus padres y levanta los brazos en señal de victoria, Humberto y Olga en sus rostros reflejan la felicidad, satisfacción y emoción que paga todos los días de esfuerzo, de sacrificios, de levantarse a cumplir con el deber que Dios brindó a sus vidas y que ellos han aceptado y cumplido con creces.

 

LA VIDA FAMILIAR

 

Los días de la familia Martínez no son fáciles, la dedicación que requiere Pablo Andrés es de tiempo completo; Yohana la tía del niño dice que “es una rutina complicada para quien no se ha acostumbrado, pero que Olga y Humberto ya llevan ocho años en esas y que ya lo han hecho llevadero”.

 

Pablo no sólo usa la silla de ruedas, también por especificaciones médicas tiene que hacer diariamente terapias a las piernas, por lo que necesita un caminador especial con barrillas a los lados y unas ruedas; él se coje de una especie de manubrio parecido al de una bicicleta y le hace fuerza a los pies para poder desplazarse, cuando no usa ese instrumento gatea para ir a donde quiera.

 

Es terco, no le gusta que le den la comida a pesar de que cuando se la lleva a la boca se le cae, y las bebidas las toma con sus dedos índice y pulgar para llevárselo a la boca, nunca deja caer los vasos.

 

Esa es la vida de Pablo Andrés y la de su familia, que con paciencia y dedicación le han dado el apoyo al niño para que salga adelante y acumule triunfos que lo llenen de confianza para el resto de vida que le queda, además la manera como por medio de un deporte y el apoyo de instituciones gubernamentales y no oficiales, hacen de este país un sitio en el que pueda valer la pena estar y convivir a pesar de las dificultades.

   

 

 

 

  

 

 

 

         

 

 

 

 

 

 

 

 

Volver

Sitio de búsqueda

Sitio de Óscar Robayo© 2008 Todos los derechos reservados. oscar_robayo2003@yahoo.es - 300 2237373